2007년 5월 27일 일요일

APRENDER A USAR LA LENGUA Implicaciones para la enseñanza


Autor: Isabel Solé

Hablar de lengua es hablar de comunicación, de instrumento que permite explorar los ámbitos de la cultura y de herramientaque organiza y ordena nuestro pensamiento, nuestra actividad y, en buenamedida, la de los demás.


Las 4 grandes habilidades linguisticas son: HABLAR, ESCUCHAR, LEER y ESCRIBIR. Por lo tanto la educación escolar tiene que entregar instancias y ayudas que capaciten a los niños para ser usuarios competentes de la lengua.


Son procedimientos polivalentes, es decir, que sirvan para muchas cosas. Procesos intencionales y autodirigidos, es decir, que requieren la presencia de un objetivo, meta o finalidad (no importa que sea muy específico o más general) y la conciencia de que dicho objetivo existe. Escuchamos, hablamos, leemos y escribimos para conseguir algo, y ese algo dirige y modula nuestra actividad. Procesos sometidos a autocontrol o autorregulación, es decir, implican la supervisión de la actividad de que se trate con el fin de asegurar que se ajusta a los objetivos previstos, lo que permite ir modificando nuestra actuación cuando sea necesario. En fin, se requiere de una estrategia que implican la presencia de objetivos que cumplir y la planificación de las acciones que se desencadenan para lograrlos, así como su evaluación y posible cambio. También encontrarles sentido, es necesario saber a qué responden y encontrarlas atractivas.


Para hablar, escuchar, leer y escribir hay que poder responder adiversas preguntas: ¿Qué pretendo decir, escuchar, leer o escribir? ¿Por qué? ·¿Qué sé acerca de ello? ¿Qué puedo aportar? ·¿Qué dificultades encuentro (para comprender o expresar)? ·¿Las puedo ir salvando? ·¿Qué es esencial para el objetivo (de comprensión/expresión)? ·¿Qué pretendo? ¿Qué es un detalle, una ejemplificación, una redundancia? ·¿Estoy consiguiendo mis propósitos? ¿Tengo que modificar mi actuación?Todas ellas están supeditadas, además, a una respuesta positiva a otrascuestiones: ¿Por qué tengo que hablar, escribir, leer o escuchar? ¿A qué proyectoresponde? ¿Me resulta interesante hacerlo? ¿Es atractivo para mí? ¿Me siento con recursos suficientes y con la ayuda necesaria? ¿Podréobtener una experiencia satisfactoria? Son cuestiones que se van formulando de forma más o menos consciente en el desarrollo de la actividad y que nos conducen a gestionarla, a persistir en ella o a abandonarla, a modificarla para que resulte satisfactoria o, a veces, cuando no se plantean o cuando responden a una exigencia vivida exclusivamente como externa, a realizarla de forma un tanto mecánica.

No hay que olvidar que en la escuela la superación de este reto se mide por el éxito académico que obtiene un alumno, éxito que, como todos sabemos, está estrechamente vinculado a su competencia en el dominio de estas habilidades. Dichas situaciones serán de uno u otro tipo, según sea la representación que nos hacemos de lo que suponen las cuatro habilidades de que estamos hablando.

Si, en una perspectiva distinta, opinamos que en la lectura interviene el texto, pero también de forma muy importante las experiencias y conocimientos del lector, es muy posible que las situaciones que propongamos intenten suscitar el interés de los alumnos, que les ayuden a aportar lo que ya saben del texto. Por esta razón es conveniente ir reflexionando sobre lo que supone cada una de las grandes habilidades, de forma que las decisiones que se adopten en el ámbito de la enseñanza puedan ayudar realmente a su apropiación por parte de los alumnos.

Si se requiere modificar la enseñanza de la lengua, hay que reflexionar sobre lo que ésta supone y formarse en aquellos aspectos en que sea necesario. Como por ejemplo: hoy nadie duda que es necesario trabajar con distintos "tipos" de texto en el aula, pero no es seguro que los principios en los que se apoyan y, en consecuencia, las exigencias que plantean las situaciones de enseñanza sean ampliamente compartidos. Se ha dicho ya tantas veces que "la clase debe convertirse en un escenario comunicativo", que esta frase corre el riesgo de ser trivializada, cuando en realidad encierra la clave de lo que debería construir la enseñanza de la Lengua en la escolartidad obligatoria.

Para encontrar ayuda también hay que ofrecerlas. La tarea del educador se vuelve insustituible-

En buena medida, una representación más ajustada de ayuda de lo que suponen las habilidades lingüísticas son: negociación de los objetivos que las guían, planificación, tiempo, necesidad de volver sobre lo hacho y de modificarlo, aceptación de formas quizá menos convencionales de lo que se suele esperar.

Fundamentalmente, ayudar a los alumnos en su apropiación de las diversas habilidades lingüísticas requiere adoptar formas de intervención en el aula coherente con su propósito.

Algunos parámetros que puedan contribuir son:

En primer lugar, conviene tener en cuenta que, con frecuencia, las habilidades lingüísticas son más bien de comprobación o de evaluación que de enseñanza propiamente dicha. En este sentido, parece bastante clato que el profesorado tiene un papel que jugar. En segundo lugar, resaltemos nuevamente que lo que caracteriza a una persona competente en el uso de las habilidades ling]üisticas recae en la posibilidad que esta persona tiene de adaptar dichas habilidades a diversos propósitos y circunstancias. Cuando las actividades relacionadas con la enseñanza de la lengua son tan estrictas y rutinarias, se produce un desaprendizaje por una doble vía: los alumnos no tiene oportunidad de manejarse en tareas mas complejas y variadas; y porque pueden acabar aprendiendo que leer , escribirm hablar y escuchar es esto y no otra cosa.

En definitiva, innovar en el Área de Lengua suele suponer cambios bastante profundos, tanto en la representación que de ella nos hacemos, cuanto en planificación, organización y puesta en práctica de las propuestas didácticas a través de las cuales pretendemos contribuir al aprendizaje de los alumnos. No hay que pensar, pues, que es algo que pueda imponerse, hacerse de un día para otro ni que no vaya a ser costoso; más bien hay que ir partiendo de lo que constituye la práctica cotidiana con el fin de cuestionársela, de introducir pequeñas modificaciones que nos hagan sentir más satisfactorios, porque se ajustan más a lo que pretendemos.